Una bolsa en el armario…..

Buenasssssssss,

Sí lo sé…son 2 post seguidos pero es que anoche estuve inspirada y me salió esto.

Este post se trata de estas modas que viene y van y de cómo opera la mente femenina en relación a las mismas. Así que chicos, tomad nota de lo complicada que puede ser nuestra mente.

Pues hablemos de moda: pueden ser pantalones pitillo, leggins e incluso ahora llegan los jeggins, moda años 60, 70 (que me encanta), de los 80 (que alguien me lo explique por favor), cortes extraños, estampados más raros aún y vuelta a empezar.

Este invierno en particular, se han puesto mucho de moda estos pantalones «encerados» que parecen de cuero pero no lo son.

Pues bien, tengo algo que confesar: me gustan. Y mucho.

Pero más que nada, me gusta cómo me imagino que me quedan en mi mundo ideal. Entre otras cosas porque tengo piernas de pollo: pantorilla delgadita y muslos como los de un pollo…han mejorado eso sí porque el año pasado eran piernas de pavo…(os imaginaréis el tamallo de mis muslos por entonces claro) pero nunca he sido ni seré de piernas largas o delgadas.

Pues bien, yo creo que es precisamente por eso, que en mi mundo ideal me imagino que los pantalones encerados y pitillo (no me bastaba con una moda sino dos) me quedan de cine. Además me lo imagino en plan conjuntinini ideal…

Esto de haber adelgazado además, hace que tenga días en las que tengo el guapo subido y realmente me convenzo de que me van a quedar bien. Pero la  realidad es bien distinta porque cualquiera que sea la última moda de turno, siempre hay algo que te gusta pero  sabes de antemano que te va quedar fatal. Pero mal mal.

Aún así, en nuestro mundo ideal, nos convencemos de alguna manera de que el mundo real se equivoca de lleno.

Y entonces comienza el acoso, por llamarlo de alguna manera: vas a la tienda, lo ves, tocas, te lo colocas encima y te miras al espejo para ver cómo te queda pero no te lo pruebas….no todavía no…es demasiado pronto. Como la mayoría de las veces lo venden en Zara, y tienen tiendas como para aburrir a un tonto pues cada vez que pasas por uno y lo ves ó si ves a alguien en la calle con tu prenda de deseo ni te cuento, empiezan las mismas dudas y haces las mismas cosas….hasta que reunes el valor suficiente para probártelo y confirmar lo que tú ya sabías: que te queda mal.

Pero mal mal.

Y lo dejas pasar.

Por el momento.

Luego ya en frío te dices a tí misma que menuda tontería, que para qué insistir en algo que no te queda bien, pero ahí está tu mundo ideal dando por saqueín convenciéndote de que la razón por la que no te quedaba bien es porque no llevabas los zapatos ó ropa adecuada en el momento en el que te lo probaste y dejas todavía abierta la posibilidad de comprártelo.

Y entonces, la siguiente vez que pasas por la tienda y no está, te autoconvences  de que es una señal, de que no era para tí y te olvidas.

Hasta que llegan las rebajas. Y ¡¡ahí está la pieza de deseo, rebajada y en tu talla! Así que ahora eso es una señal, pero de las buenas porque esta señal te está diciendo que si los pantalones están ahí y en tu talla es porque te estaban esperando porque por milagro de lourdes ahora sí que te van a quedar bien.

Es entonces cuando aterriza una bolsa en el armario……..y si está escondida detrás de los jerséis mejor.

Y luego un día, después de muuuuuuuuuuuucho tiempo y si decides ponértelo, por su puesto que te lo pones como si lo tuvieras hace años y engañas a tu mr grumpster de turno diciéndole: «¿esto dices? Uy pero si lo tengo hace años», o si no le dices » ¿esto? mi hermana, que ha hecho limpieza de armario y me los ha dado».

Esta excusa es buenísma porque te cubres por todos los frentes: no te has gastado un duro porque tu hermana ha sido súper generosa (que en mi caso he de decir que lo es) y si a tu mr grumpster no le ha gustado, la que parece que tiene el mal gusto es tu hermana (sorry sister! pero que conste que si hay algo que mi hermana tiene es buen gusto). ¿No es genial?

Desde que perdí los 11 kilos de manteca, he añadido una al repertorio: «¿esto dices? Es de hace años, pero como estaba gorda pues no me lo he podido poner pero ahora que he adelgazado sí».

Y entonces, mr Grumpster me mira con ojos de «no se lo cree ni tu tía», me sonríe y me dice «qué bien Grumpster, te queda genial» y yo  le miro con ojos de «ya sé que no ha colado» y  le digo  «¿de verdad mr grumpster», le sonrío y me quedo feliz como perdiz.

Os podréis imaginar que hay dentro de la bolsa de mi armario…….

¿Qué hay en la tuya?

Grumpster

p.d: Feliz finde 🙂